sábado, 31 de octubre de 2015

Soul cakes para Samhain / Halloween / Día de Muertos

Este es mi tercer año que monto un altar para estas fechas. Vivir lejos de mi país de origen, me ha vuelto una persona más interesada por las tradiciones, sus orígenes y significados.


 

En México el Día de Muertos es una celebración muy importante y llena de símbolos, recuerdos y colores. En la entrada que publiqué hace dos años, hablo un poco sobre esta fiesta mexicana y compartí lo que horneé para esas fechas: una fusión de recetas que dio como resultado unas galletas suaves de naranja en forma de pan de muerto.

Hasta hace poco, Halloween no era mucho de mi agrado porque lo asociaba únicamente con lo que conocía de su festejo durante las últimas décadas y como producto de consumo, particularmente por el marketing norteamericano que nos llega por todos los medios. Pero desconocía los orígenes de la tradición y los motivos de ciertos rituales y símbolos. 




Desde que me adentré más en investigar sobre la cultura celta, he estado leyendo varios libros en donde la refieren como "la primera cultura europea" y que se remonta mucho más atrás de lo que pensaba, iniciando aparentemente desde la Edad de Bronce. Aprendiendo sobre ellos, encontré los orígenes del Halloween, que antes se llamaba "Samhain" (se pronucia Sah-ween).


Wikipedia lo define así: "Samhain es la festividad de origen celta más importante del período pagano que dominó Europa hasta su conversión al cristianismo, en la que la noche del 31 de octubre al 1º de noviembre servía como celebración del final de la temporada de cosechas en la cultura celta y era considerada como el 'Año Nuevo Celta', que comenzaba con la estación oscura. Es tanto una fiesta de transición (el paso de un año a otro) como de apertura al otro mundo. Su etimología es gaélica y significa 'fin del verano'". 

Elementos que están presentes en la actualidad, como los disfraces aterradores, las calabazas talladas, los colores naranja y negro, y el famoso "trick or treat", tienen sus orígenes en esta celebración pagana, que ha sido adaptada por el cristianismo y a las creencias de cada época y lugar. Hay un artículo del Huffington Post, sobre los orígenes del Halloween que puede ilustrar sobre el tema.


En él, habla un poco sobre los soul cakes, refiriendo que se asocian con el souling (imitar a las almas), costumbre medieval que se practicaba en países católicos en donde niños y pobres pedían de casa en casa a cambio de rezar por los muertos la noche del 31 de octubre. A cambio, en las casas los invitaban generalmente a soul cakes o tartas de almas, unos pasteles redondos marcados con una cruz. Ya en el siglo XVI, en Escocia e Irlanda, los niños recorrían las casas disfrazados. Recitaban versos o canciones, hacían trucos o contaban chistes y pedían dulces, fruta o dinero a cambio.



Miré varias recetas de las soul cakes, y me entraron muchas ganas de hacerlas para celebrar, ofrecer en el altar, comer y compartir este año.



La receta en la que me basé principalmente es en esta del website de NPR, que me pareció la más atractiva por combinación de especias y procedimiento, aunque incluí algunos pasos adicionales que me han servido en otras ocasiones que he trabajado con masas similares.


He aquí la receta :)

Soul cakes
(Salen aprox. 30 galletas de 6cm de diámetro)
Tiempo aprox. de preparación: 3 hrs.
(Actualizada el 30/10/2023)

Ingredientes:


  • 440 g de harina
  • 220 g de azúcar
  • 250 g de mantequilla a temperatura ambiente
  • 4 yemas de huevo + 2 yemas batidas para pincelar
  • 1/2 cucharadita de sal
  • 1 cucharadita de nuez moscada
  • 1 cucharadita de canela
  • 1 cucharadita de cardamomo 
  • 100 ml de leche
  • 80 g de pasas aprox.

Preparación:

Calentamos la leche a fuego medio en un cazo sólo hasta que esté caliente al tacto, sin que llegue a hervir. Retiramos del fuego, agregamos las especias: la canela, la nuez moscada y el cardamomo. Removemos hasta que se disuelva por completo. La leche se tornará deliciosamente aromática. Reservamos hasta que se temple.

Tamizamos la harina en un bol, agregamos la sal y removemos con un tenedor. Reservamos.

En otro bol, batimos la mantequilla con el azúcar con cuchara de madera o en batidora con accesorio de pala a velocidad media, hasta que esté cremosa. 

Añadimos una a una las 4 yemas y batimos hasta que estén perfectamente integradas.

Incorporamos nuestra harina tamizada con sal y mezclamos completamente hasta obtener una mezcla seca y algo arenosa.

Una cucharada a la vez, añadimos la leche ya tibia con las especias, mezclando con la cuchara de madera o en batidora con la pala. Cuando ya tengamos una masa suave, dejamos de añadir leche, de manera que no quede pringosa. Si no agregamos toda la leche, no hay problema.

Amasamos con manos enharinadas y formamos una bola compacta. Meter en nevera unos 15 minutos dentro del bol para trabajar mejor con ella.

Sacamos de la nevera, amasamos y estiramos con rodillo sobre una superficie enharinada, hasta dejar la masa de 1 cm de grosor aprox. Refrigeramos así extendida, otros 15-20 minutos.

Sacamos y cortamos la masa con un cortador de 6cm de diámetro. Podéis reamasar suavemente los sobrantes para terminar toda la masa. Metemos nuestra masa recortada nuevamente unos 15 minutos en nevera.

Precalentamos el horno a 200ºC (180ºC con ventilador).

Una vez terminado el tiempo, sacamos las galletas de la nevera y si queremos, marcamos una cruz con el borde de una pala de madera. 


Yo además de las cruces (que en un origen indicaban que eran "caridades") quise hacer otros con diseño de estrella de cinco puntas en un círculo o pentagrama, antiguo símbolo utilizado en varias culturas, entre ellas la celta, que simboliza la unión y el equilibrio entre los cuatro elementos (tierra, agua, aire, fuego) y el espíritu.

Decoramos con pasas (yo las puse encima de la marca de cruz) y pincelamos generosamente las galletas con las 2 yemas de huevo batidas. Si os sobró un poco de leche especiada, podéis mezclarla con las yemas y dará un delicioso toque extra de sabor.

Horneamos por 20 minutos hasta que los bordes estén ligeramente dorados.


Sacamos y dejamos enfriar en rejilla.

Se pueden comer calientitas y son una delicia!!


Para almacenar las soul cakes, hacerlo en un contenedor hermético por un máximo de 5 días, aunque mientras más pronto las comáis, mejor! 

Si queréis podéis colocar algunas en vuestro altar, si es que acostumbráis ponerlo por estas fechas. Yo las dispuse en mi altar, que resultó una fusión de culturas celta-medieval-mexicano.


Espero os haya gustado y que os animéis a hacerlas, que son una delicia por la combinación de especias, su textura entre suave y crujiente y el toque ligeramente dulce de las pasas. En casa nos encantaron.


Un beso enorme y gracias por leernos!

Gauri